¡Hola! El mes pasado, mi señor esposo se vio atrapado en una
fiesta, y yo con él.
Llegamos los dos, vestidos muy chic, a la sala de fiestas
Florida Park, donde mi amiga Catalina celebraba su cumpleaños. Una horda de
fashionistas en ebullición (Cata se dedica al mundo de la moda) se aglutinaba
en la entrada, agitando sus invitaciones al Dios de la noche: el portero.
Imposible abrirse camino.
Hace unos años, me habría colado, habría pasado por la
salida de emergencia, o habría llamado a la secretaria de Cata y habría dicho
que estábamos allí. Pero, ahora, vestida de lentejuelas y con el esposo colgado
del brazo, esperamos una hora y finalmente entramos.
Una vez dentro, francamente, la fiesta era todo un éxito. Todo
el mundo era encantador, los camareros ni siquiera eran asaltados, había comida
por todas partes, una gran música de los 80, y algunos horteras de moda para nuestra
particular diversión. Bueno, en realidad, había infinidad de fashion victims, mujeres
y hombres con sobredosis de tendencias y accesorios, y bolsos de edición
limitada de a 2.000€ el más barato.
Creo que 20 años atrás, yo podría haber sido perfectamente
otra víctima como ellos, y estaría como loca subiendo stories a Instagram.
El caso es que pese a que nos parecían todos un poco
ridículos, la situación era bastante divertida.
Nosotros hicimos lo mejor que se puede hacer con una amiga
en su fiesta de cumpleaños: nos comportamos, hablamos, bailamos, disfrutamos y
criticamos a voces con música de fondo de Fangoria.
Si bien, yo estaba disfrutando de lo lindo, el esposo ya estaba
cansado. Tiene cosas que hacer mañana, y ya había visto suficiente.
De nuevo volviendo la vista atrás, hace diez años, le
hubiera dejado en un taxi, me habría vuelto a bailar, igual me habría subido a
un bafle y habría hecho unos doscientos amigos de la noche.
Pero, estamos en 2019 y acepté que él tenía razón, y nos
fuimos de la fiesta si bien estaba en pleno apogeo. Eso sí, ya en el Uber y
acurrucada en los brazos de mi querido señor esposo reconocí ¡pero, si se está
mil veces mejor así!
Hasta el viernes!
Imagen superior: "El
cosmos de Valentino" por Emily Brickel (22,90€)