¡Hola! Menos mal que no me veis cuando leo Mil días en Venecia de Marlena
de Blasi pues me convierto en una persona totalmente desconocida. Mordisqueando
una manzana, me embriago de un mar de dudas, preguntándome si alguna vez yo
sería capaz de abandonar todo para irme a vivir a una ciudad y país diferente
con otra persona.
La norteamericana Marlena de Blasi se enamora de un italiano
en Venecia, vende su casa de Saint Louis, renuncia a su trabajo, reparte la
mayor parte de sus pertenencias, se despide de sus dos hijos adultos y se
traslada a Venecia para casarse con «el desconocido» como llama a Fernando.
Ella lo ama a pesar del hecho de que solo sabe hablar de
cocina en italiano. Mil días en Venecia, que presenta algunas recetas deliciosas
de la propia Marlena, es un libro lleno de la cocina y los sabores de Italia,
pero también es la encantadora historia verídica de una mujer que abre su
corazón y se enamora no solo de un hombre, sino también de una ciudad.
Este libro se abrió camino en mi carrito de la compra, pues secretamente
deseaba algo más de esta novela de amor, también quería olfatear y degustar los
sabores y olores de una ciudad tan mágica como Venecia desde el punto de vista
culinario.
Y por eso ahora lanzo esta pregunta a Marlena:
Querida Marlena: ¿Tienes alguna receta que convierta a mi
señor esposo en un Fernando como el tuyo?
Como una cocinillas decente, he utilizado mi habilidad para recopilar
una lista de ingredientes plausibles de originar un romance a lo veneciano como
el suyo y el de Fernando. Mi mejor conjetura es la siguiente:
Para comenzar, debe contener "buenos" ingredientes
y de calidad. Si vamos a hacer una ensalada, mejor que el aceite de oliva no
sea el que haya sobrado de freír los boquerones; y esto se puede extrapolar a la
relación de pareja en los mismos estándares. Es decir, que no sea las sobras de
tu vida.
El tiempo es un segundo factor muy importante a tener en
cuenta. Hay que cocinar con paciencia y con tiempo. En la tesitura del amor, es
igual: no es un salteado de ajetes, sino un cordero de cuatro horas asado con
mimo en el horno que requiere una atención compleja.
Del mismo modo, tu pareja no es tu pinche. Aunque vivamos bajo
el mismo techo hay que llevar vidas un poco por separado. Él se va a trabajar y
mantiene su sitio en casa, al igual que tú, pero cuando llega la noche, las
salidas, las vacaciones y todo lo bueno (y a veces malo) de la vida hay que
compartirlo. Esa es la razón por la que la comida debe ir cargada con el mismo
amor que nos unió a los 20 años; él alimenta tu corazón y tú correspondes con una
Vichyssoise.
Lo cierto es que no me puedo quejar pues mi marido es un
Fernando. Bueno, a ratos y cuando quiere ya que hay veces que regreso a la
sombría realidad: espero un filet mignon en una cena y lo que tengo al llegar a
casa es plato de pasta recalentada en el microondas.
En fin, igual lo que necesito es un corte de pelo nuevo.
¡Hasta el viernes!
Imagen superior vía Toa Heftiba