¡Hola! De repente, no hay ruidos en mi casa, todo está
tranquilo, y lo mejor de todo es que tengo todo el tiempo del mundo para hacer
lo que quiera y dedicármelo a mí misma. ¿No es fantástico?
Pues así voy a estar tres días. Mi señor esposo se va de
viaje y me quedo sola ¡tres días!
Primer día: Voy a estar muy bien. Quiero replantear la
decoración de mi casa en versión femenina. Mis revistas van a estar tiradas por
doquier en el salón, mi esmalte de uñas sobre la mesa y pienso terminar La
Sonrisa Etrusca con el que llevo ya dos meses. Esto se llama: no molestar. Esos
sí, quizás si me apetece, llame por la tarde a algunas amigas para quedar. Pero
creo que más bien, me deslizaré felizmente por la soledad. Tranquilidad que
seguramente se verá interrumpida por la llamada del esposo por la noche. Todo
está bien, besos, buenas noches.
Segundo día: Voy a estar súper bien. La nevera estará llena
de alimentos poco comunes: humus, kale, bloque de foi, yogur griego y alguna botella de Valdesil. Quizás
me apetezca una mousse de chocolate; cosa extraña porque cuando el esposo anda
por aquí lo suelo rechazar. Voy a desayunar tempranito para aprovechar más el
día. Unos amigos vienen a pasar dos días en Madrid e igual les hago de guía
turística. Estoy anormalmente feliz. Llamada nocturna del esposo que seguro
pregunta: “¿Me echas de menos?” Uhm… creo que no.
Tercer día: Shopping. No podía faltar, por no mencionar las
horas muertas que puedo pasar hablando por teléfono con una amiga, o en el
cuarto de baño. Bueno!, y no hay que olvidar la sesión maratoniana para
terminar las dos últimas temporadas de The Affair, o ver una película romanticona
por la noche en la tele, atiborrándome de Cheetos. ¡Qué deliciosa velada me
espera!
Obviamente, no hay nada en común entre mi historia y la
emocionante agenda social de la exquisita Estefanía de Con dos tacones. Pero,
estoy orgullosa de mí misma.
¡Soy tan independiente!
¡Hasta mañana!
Imagen superior: Ilustración
de moda "Verano cisne" por Emily Brickel (22,09€)