¡Hola! Estaba acordándome estos días de una persona que me
hacía sentir bastante incómoda en mi relación de pareja, de cuando éramos
novios. Enseguida vais a saber de qué estoy hablando porque es muy común y más
de una lo ha sufrido. Se trata de esa amiga especial que tiene tu pareja y que
a ti no te gusta nada.
En mi caso personal, esta amiga era el tipo de chica tan mona
y que todo el mundo adoraba, que cuando mi ahora señor esposo, -y entonces
novio- se preparaba para ir a tomar algo con ella, mi cuerpo se ponía rígido, mi
sonrisa se volvía falsa y tensa, y de repente me entraban unas ganas tremendas
de arrojarle una maceta a su cabeza.
Igualmente, era una chica moderna que vestía de maravilla y
cuando telefoneaba a una de mis amigas para lamentarme, me oía decir cosas,
-francamente de envidiosa-, como que la camiseta Chanel que llevaba la sentaba
fatal, y que su bolso seguro que era de su madre.
Lo peor de todo era que mi señor esposo apenas si se daba
cuenta de estos asuntos femeninos.
Ahora bien, también era el tipo de chica para quien los
hombres eran un accesorio más, un bolso de mano con quien pasear y sentarse en
una terraza. Y ella, además quería un hombre que cumpliera todos sus deseos: ordenado,
con dinero y, sobre todo, manejable. Y como no lo encontraba, entonces para no
aburrirse tenía un conjunto de chicos a los que llamaba en cualquier momento.
Para colmo de males mi señor esposo, por aquel entonces, era
un especialista en corazones rotos. Y ahí le tenías escuchando embelesado las
bobadas de esta chica hablando de su último novio conductor de Porsche, en una
conversación interminable porque siempre era continuamente interrumpida.
Interrumpida por su teléfono. Estaba siempre colgada de su móvil,
y no porque fuera irresistible o porque tuviera autoridad y fuera una
experimentada consejera, no. Era porque su teléfono era una especie de bomba de
relojería, que sonaba constantemente, y que a ella no le daba la gana de contestar,
por no hablar de los mensajes que se le acumulaban sin leer y contestar. Sí,
ella era simplemente así, insoportable.
Aparte de otras cualidades como que era demasiado caprichosa,
demasiado perfecta para ser feliz, demasiado ansiosa por ser amada... Era el
tipo de chica que se enamora de su jefe, del padre de su pareja y o del novio
de su mejor amiga. En resumen, una bonita pesadilla para quienes la tuviéramos
cerca.
Bueno, eso era lo que mi señor esposo me contaba de ella, mirando
de soslayo mi mano cogiendo una maceta para cambiarla de sitio.
Pero, eso no era suficiente para calmarme cuando el quedaba
con ella. Al principio, discutíamos, luego sospechaba, después me comían los
celos, más mayor me vengaba, posteriormente filosofaba, y entonces llegó un día
en que le creí.
Bueno, y también contribuyó que esta chica desapareció de
nuestras vidas, seguramente cuando ya tuviera un anillo en el dedo.
¡Hasta mañana!
Imagen superior Diversión de Frida, Ilustración de moda OOTD de Emily Brickel Edelson